Por Rafael Barón Duluc (Cholitín)
El proceso de elegir un papa ha sido, durante siglos, símbolo de prudencia, reflexión profunda y búsqueda genuina de consenso. En tiempos donde la política parece apresurada y, muchas veces, marcada por la confrontación y el enfrentamiento, esta tradición milenaria ofrece enseñanzas valiosas. Hoy, mientras el Partido Revolucionario Moderno (PRM) se encuentra en un proceso clave de renovación de su liderazgo, esa lección cobra un sentido especial.
El Cónclave papal se basa en algo fundamental: aislarse del ruido externo para deliberar con serenidad y responsabilidad. Se vota hasta alcanzar un consenso cualificado, priorizando el bien colectivo por encima de los intereses individuales. Esta lógica es aplicable a cualquier proceso político interno, y más aún cuando se trata del partido de gobierno, como lo es el PRM, cuya estabilidad y unidad son fundamentales no solo para su propio futuro, sino para la buena marcha del gobierno y del país.
En lugar de apresuramientos o luchas de poder estériles, este proceso debería ser una oportunidad para abrir espacios de diálogo sincero, donde las aspiraciones legítimas se canalicen con respeto y visión de conjunto. La meta debe ser fortalecer la institucionalidad partidaria y garantizar que quienes asuman posiciones de liderazgo lo hagan con un compromiso auténtico con la democracia interna y el bienestar nacional.
Así como la Iglesia, al elegir un papa, envía al mundo un mensaje de renovación y continuidad, nuestro partido tiene ahora la oportunidad de dar ejemplo de madurez política, mostrando que es posible construir sobre la base del respeto mutuo, la transparencia y la búsqueda honesta del mejor camino.
A la militancia, el llamado es claro: preservar la unidad es fundamental para el futuro del partido. La diversidad de ideas es una riqueza, pero la unidad en torno a los principios fundacionales y los objetivos comunes es lo que realmente consolida a una organización política.
Para mantener la coherencia democrática durante y después del proceso que se avecina, el PRM debe garantizar procedimientos transparentes, espacios abiertos de participación y un firme respeto a los resultados. Además, es clave reforzar los canales internos de comunicación y asegurarse de que, una vez elegido el nuevo liderazgo, se continúe escuchando a las bases, cumpliendo con los compromisos asumidos y fortaleciendo la participación interna.
El desafío está planteado y la oportunidad es histórica. La madurez política que demostremos hoy será la base sobre la cual se construya el futuro éxito del partido y, en consecuencia, la estabilidad y prosperidad de la República Dominicana.