Sáb, 27 Jul, 2024
Conocerte a Ti Mismo

El Camino de la Libertad

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El hombre siempre ha buscado la independencia y sucede, por una paradoja caprichosa del tiempo, que la verdadera libertad se encuentra dentro de uno, en el abismo de su propia esencia. El conocimiento propio es un laberinto, una trama tupida de incógnitas y sorpresas, llena de ecos y espejos donde se refleja nuestra verdad y nuestra ficción.

Es esta constante búsqueda de uno mismo, la que nos lleva a participar en la tragicomedia de la vida. Cada instante es un monólogo cuyo guion es escrito por nosotros, una reflexión parecida a un juego en la que somos, simultáneamente, el jugador y el jugado.

Primero, uno debe preguntarse quién se es, una incógnita que parece insinuar que somos una constante inconstancia, un haz de identidades y contradicciones. Pero uno debe entender desde el principio, que conocerse a uno mismo no es una tarea para aquellos que buscan respuestas rápidas y precisas. Es un viaje cuyo destino es la aceptación de esa inconstancia, del ser fluctuante y cambiante que somos.

Lo que somos no es, sino lo que hemos elegido ser. Nuestros actos nos definen, la historia que construimos a fuerzas de errores y aciertos es nuestra verdadera piel. Las palabras, son intercambios de partes de nuestras almas, tejidas con experiencias, dolores, amores, derrotas y victorias.

En ese universo interno, lleno de laberintos y espejos, puede llegar a ser arduo lidiar con los venenos que uno se administra, los miedos temibles y amargas desilusiones. Sin embargo, aunque parezca un camino solitario, conocerse a uno mismo permite establecer una relación armónica con los demás. Es de esta forma, como se revela la interdependencia entre el yo y el otro, y uno comprende que la frontera entre ambos es una ficción.

Al desentrañar ese hilo de la conciencia, uno comprende que no somos sujetos aislados, sino participantes de una red de relaciones humanas llena de historias y sentimientos. Conocernos a nosotros mismos es, pues, también conocer al otro; es entender que nuestras diferencias y similitudes son dos caras de la misma moneda.

«El camino de la libertad es el del conocimiento de uno mismo, y el eco de nuestras elecciones es el espejo en donde nos reconocemos» – así reza un viejo adagio. Y es que, al fin y al cabo, cada uno es su propio viajero, y el viaje finalmente es un recorrido introspectivo. Somos actores de nuestra propia historia, articulando nuestra voz en un monólogo que es la vida. De maneras intrincadas y misteriosas, nuestra percepción de nosotros mismos define nuestro deambular por el escenario deslumbrante del vivir.

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